miércoles, 10 de octubre de 2018

Comentario del Libro Ciudad del Trabajo, Izquierda y crisis del fordismo de Bruno Trentin




TRENTIN, Bruno. La ciudad del trabajo. Izquierda y crisis del fordismo. Madrid: Fundación 1º de Mayo, 2012.

Estamos ante un libro que recoge las reflexiones y aportaciones del que fuera secretario general de la CGIL italiana y publicado en el año 1997. Es pues un libro de relectura, cuando han pasado treinta años desde que su autor las hizo públicas. En España, la Fundación 1º de Mayo de CCOO las ha publicado en el año 2012.
No es un libro de fácil lectura y no lo digo porque sea de difícil comprensión, al menos para aquellas personas que empezamos a acumular años y que empezamos nuestra andadura sindical en los años 70, y digo que no es fácil porque, a mi entender, lo que de manera muy avanzada para su época Bruno Trentin nos estaba señalando eran buena parte de los problemas que hoy día se manifiestan con más crudeza en el ámbito de las relaciones laborales y no solamente por los avances tecnológicos y la irrupción de la digitalización, sino porque, pareja a esta situación, se vislumbra la crisis del modelo de producción, de organización del trabajo humano, denominado sistema “taylorista-fordista”.
Ya nos apunta Bruno Trentin que dicho modelo está siendo sustituido por otros mucho más dispersos, donde la subcontratación y la deslocalización irrumpen con fuerza, en un contexto de globalización, donde las comunicaciones ya no representan  tantos problemas para la comercialización de bienes y servicios, dificultando con ello establecer dónde y cuáles son los centros de poder y decisión. El tema va más allá de las multinacionales, pues con ellas  sabíamos dónde se establecía  la toma de decisión, donde estaban los centros neurálgicos.  Ahora, los trabajos en red, la externalización de parte de la producción, no han hecho más que precarizar las relaciones laborales y fragmentar los ámbitos de negociación. A todo ello debemos incorporar que los avances tecnológicos y la digitalización, si bien han supuesto una mejora, esta no se ha visto reflejada en unas mejoras de las condiciones de trabajo del conjunto de las personas asalariadas.
Pero Bruno Trentin, cuando analiza y repasa las diferentes opciones de la izquierda, ya sean partidos o movimiento sindical, y no solamente de Italia, aunque sea ahí donde más se centra, es crítico y lo es porque a  lo largo de los años y después del periodo posterior a la II Guerra Mundial, cuando Europa alcanza los mayores niveles de bienestar y de redistribución de la riqueza, la izquierda y el sindicalismo no han cuestionado nunca que el poder y la capacidad de decisión en las empresas resida en los empresarios, es decir, que la democracia no traspasa los umbrales de la fábrica, de la empresa. En definitiva, que en ningún momento se ha cuestionado el modelo de producción de bienes y servicios, que los diferentes movimientos y luchas han tenido un carácter fundamentalmente economicista y redistributivo, pero no han cuestionado los modelos de producción y organización que ocupan a los trabajadores por cuenta ajena (trabajo subordinado).
El autor considera que hay una crisis de identidad de la izquierda por la dificultad de definir soluciones que vayan más allá de las que tienen un carácter defensivo de las transformaciones que estamos teniendo en los sistemas productivos. Y nos apuntaba alguno de los problemas que hoy día se nos presentan con mayor crudeza, como son la mundialización de los mercados (globalización), las nuevas tecnologías de la información, la composición social de la clase trabajadora, el desempleo estructural, y que en la actualidad estamos denominando precarización del trabajo. Esta alcanza unos límites que nos permiten afirmar que, actualmente, una parte importante del trabajo asalariado no reúne los mínimos para denominarse “trabajo digno”. Y nos apuntaba ya en aquellos años algunos retos que hoy día adquieren mayor fuerza, como son la exigencia de equidad social y de que haya proyectos redistributivos  de los recursos disponibles que garanticen un mínimo de igualdad real, así como que todos los ciudadanos sean titulares de derechos universales.
Lo que nos estaba apuntando Bruno Trentin es que debemos ser más imaginativos y cuestionar el actual modelo autoritario para que el trabajo humano sea más polivalente, que no sea solo una mercancía, que el trabajador debe no solamente saber hacer, sino que debe poder “pensar” y “como hacer”, situando la formación profesional como una inversión de la sociedad y de las empresas para que las personas trabajadoras sean polivalentes a lo largo de su vida laboral.
El libro es extenso y profundiza más desde una perspectiva histórica en las diferentes posiciones de la izquierda europea y el sindicalismo en torno al destino de la clase trabajadora y la necesidad del cambio de modelo productivo que haga que la organización del trabajo subordinado se substituya por un modelo más racional y participado, menos autoritario y más democrático.
 Quisiera concluir con una cita que nos hace Bruno Trentin de Noberto Bobbio: “La democracia se ha parado en la puerta de las fabricas”. Hagamos entre todas y todos que entre aire fresco y se democraticen los centros de trabajo.

Salud y buena lectura

Jesús Martínez

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