TRENTIN,
Bruno. La ciudad del trabajo.
Izquierda y crisis del fordismo. Madrid: Fundación 1º de Mayo, 2012.
Estamos
ante un libro que recoge las reflexiones y aportaciones del que fuera
secretario general de la CGIL italiana y publicado en el año 1997. Es pues un
libro de relectura, cuando han pasado treinta años desde que su autor las hizo
públicas. En España, la Fundación 1º de Mayo de CCOO las ha publicado en el año
2012.
No es
un libro de fácil lectura y no lo digo porque sea de difícil comprensión, al
menos para aquellas personas que empezamos a acumular años y que empezamos
nuestra andadura sindical en los años 70, y digo que no es fácil porque, a mi
entender, lo que de manera muy avanzada para su época Bruno Trentin nos estaba
señalando eran buena parte de los problemas que hoy día se manifiestan con más
crudeza en el ámbito de las relaciones laborales y no solamente por los avances
tecnológicos y la irrupción de la digitalización, sino porque, pareja a esta
situación, se vislumbra la crisis del modelo de producción, de organización del
trabajo humano, denominado sistema “taylorista-fordista”.
Ya nos
apunta Bruno Trentin que dicho modelo está siendo sustituido por otros mucho
más dispersos, donde la subcontratación y la deslocalización irrumpen con
fuerza, en un contexto de globalización, donde las comunicaciones ya no
representan tantos problemas para la
comercialización de bienes y servicios, dificultando con ello establecer dónde
y cuáles son los centros de poder y decisión. El tema va más allá de las
multinacionales, pues con ellas sabíamos
dónde se establecía la toma de decisión,
donde estaban los centros neurálgicos. Ahora,
los trabajos en red, la externalización de parte de la producción, no han hecho
más que precarizar las relaciones laborales y fragmentar los ámbitos de
negociación. A todo ello debemos incorporar que los avances tecnológicos y la
digitalización, si bien han supuesto una mejora, esta no se ha visto reflejada
en unas mejoras de las condiciones de trabajo del conjunto de las personas
asalariadas.
Pero
Bruno Trentin, cuando analiza y repasa las diferentes opciones de la izquierda,
ya sean partidos o movimiento sindical, y no solamente de Italia, aunque sea ahí
donde más se centra, es crítico y lo es porque a lo largo de los años y después del periodo
posterior a la II Guerra Mundial, cuando Europa alcanza los mayores niveles de
bienestar y de redistribución de la riqueza, la izquierda y el sindicalismo no
han cuestionado nunca que el poder y la capacidad de decisión en las empresas
resida en los empresarios, es decir, que la democracia no traspasa los umbrales
de la fábrica, de la empresa. En definitiva, que en ningún momento se ha
cuestionado el modelo de producción de bienes y servicios, que los diferentes
movimientos y luchas han tenido un carácter fundamentalmente economicista y
redistributivo, pero no han cuestionado los modelos de producción y
organización que ocupan a los trabajadores por cuenta ajena (trabajo
subordinado).
El
autor considera que hay una crisis de identidad de la izquierda por la
dificultad de definir soluciones que vayan más allá de las que tienen un
carácter defensivo de las transformaciones que estamos teniendo en los sistemas
productivos. Y nos apuntaba alguno de los problemas que hoy día se nos
presentan con mayor crudeza, como son la mundialización de los mercados
(globalización), las nuevas tecnologías de la información, la composición
social de la clase trabajadora, el desempleo estructural, y que en la
actualidad estamos denominando precarización del trabajo. Esta alcanza unos
límites que nos permiten afirmar que, actualmente, una parte importante del
trabajo asalariado no reúne los mínimos para denominarse “trabajo digno”. Y nos
apuntaba ya en aquellos años algunos retos que hoy día adquieren mayor fuerza,
como son la exigencia de equidad social y de que haya proyectos
redistributivos de los recursos disponibles
que garanticen un mínimo de igualdad real, así como que todos los ciudadanos
sean titulares de derechos universales.
Lo que
nos estaba apuntando Bruno Trentin es que debemos ser más imaginativos y
cuestionar el actual modelo autoritario para que el trabajo humano sea más
polivalente, que no sea solo una mercancía, que el trabajador debe no solamente
saber hacer, sino que debe poder “pensar” y “como hacer”, situando la formación
profesional como una inversión de la sociedad y de las empresas para que las
personas trabajadoras sean polivalentes a lo largo de su vida laboral.
El
libro es extenso y profundiza más desde una perspectiva histórica en las
diferentes posiciones de la izquierda europea y el sindicalismo en torno al
destino de la clase trabajadora y la necesidad del cambio de modelo productivo
que haga que la organización del trabajo subordinado se substituya por un
modelo más racional y participado, menos autoritario y más democrático.
Quisiera concluir con una cita que nos hace
Bruno Trentin de Noberto
Bobbio: “La democracia se ha parado en la puerta de las fabricas”. Hagamos
entre todas y todos que entre aire fresco y se democraticen los centros de
trabajo.
Jesús Martínez
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